Mi moto y yo somos un complemento;
si ella se queja, a mi me duele por dentro.
Llevarla sucia no puedo
porque buenos momentos le debo.
Cuando se queda tirada,
la excuso diciendo que estaba cansada,
le arreglo lo estropeado
y nunca pienso en el mal rato pasado…
Salimos, de nuevo, a las carreteras
y mis ojos se iluminan como esferas.
La moto y yo disfrutamos,
y mas cuando con amigos vamos,
y si son del club MOTOESCAPE,
de contenta que está, sale haciendo un «derrape».
Autor: Agustín Delicado – «Tino»